sábado, 16 de marzo de 2013

CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA AUTOR: GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ RESUMEN DEL ARGUMENTO Crónica de una muerte anunciada versa sobre la rara historia de amor que existiera entre Bayardo San Román y Ángela Vicario y el pobre Santiago Násar, cabeza de turco que propuso Ángela ante la inquietante pregunta de sus hermanos, de quién le había pegado. La historia ocurre en un pueblo de Colombia, llamado Manaure. Capítulo 1: El primer capítulo sirve para presentar a Santiago Násar, protagonista de la historia. Aquél día Santiago se levanta sobre las 5:30 de la mañana para esperar el buque que traía de paso al Obispo. Había dormido poco y mal, consecuencia de la borrachera del día anterior. Despertó con dolor de cabeza, tras un rato se puso un pantalón y una camisa de lino blanco, un poco arrugada porque no tenía almidón, porque venía el Obispo, o sino normalmente se pone el vestido de color caqui y las botas de montar, porque acude a El Divino Rostro, la hacienda de ganado que había heredado de su padre y que él administraba. Santiago tenía una gran colección de armas. Él como su padre, dormía con un arma escondida en la funda de la almohada. Aquél día la descargó antes de salir de casa. Normalmente en la casa la tenía descargada para que nadie tuviera la tentación de disparar y ocurriera lo que pasó una vez en su casa cuando él era pequeño; la sirvienta, una mañana, sacudió la almohada para quitar la funda y se disparó al chocar contra el suelo y la bala atravesó el armario del cuarto, atravesó la pared de la sala, pasó con un estridente ruido al comedor de la vecina y fue a chocar contra un santo de tamaño natural que estaba en el altar mayor de la iglesia que estaba en el otro extremo de la plaza, la cual destrozó. Aquella mañana Plácida observó a su hijo desde una hamaca y pensó lo que su hijo había heredado de ella, el instinto y de su difunto padre, el dominio de las armas de fuego, el amor por los caballos y las maestranza de las aves de presas, pero también el valor y la prudencia. Y al final tuvo un amargo recuerdo, su matrimonio era de conveniencia. Santiago se despidió de su madre y salió del cuarto y entró en la cocina donde estaba Victoria Guzmán, la cocinera, haciendo el almuerzo. Santiago se sentó en la mesa y Divina Flor, hija de Victoria, le sirvió un tazón de café con un chorro de alcohol, como todos los lunes, para poder sobrellevar el día. Santiago masticó dos aspirinas y se quedó mirando a Divina y en ese momento, Victoria se giró y le ordenó que la dejara. Victoria fue seducida por Ibrahim Násar durante su adolescencia, de donde salió Divina Flor y no quería que le ocurriera lo mismo a su hija. Victoria aún guardaba rencor a Ibrahim. La casa era un antiguo depósito de dos pisos con paredes de tablones de madera y un techo de dos aguas. La casa había sido construida cuando en el río aún se podía navegar. En la planta baja hay un salón que servía para todo y se construyó un balcón, en la fachada construyó dos ventanas para que entrara luz. En la casa existen dos puertas, la de delante, que siempre se tiene cerrada, salvo en ocasiones festivas, y la de la parte trasera que es la de más uso. Victoria y Divina sabían perfectamente que iban a asesinar a Santiago, pero ellas callaron porque querían que lo mataran. Una vez terminado su tazón de café, se levantó y se dirigió a la puerta principal, la cual le abrió Divina y no cerró el cerrojo, con la esperanza de que se pudiera reguardar de sus asesinos. Alguien que nunca fue identificado, metió por debajo de la puerta un sobre con un papel, dentro del cual le avisaban que le iban a asesinar. El sobre no lo vio nadie. A las seis Santiago salía de su casa camino al puerto. Mientras caminaba por la plaza, veía todos los desperdicios de la juerga y las botellas que se bebieron en la boda. El único lugar abierto en la plaza era una tienda de leche al lado de la iglesia donde estaban los gemelos Pedro y Pablo Vicario, que tenían 24 años y eran difíciles de distinguir. Clotilde sí vio a Santiago cuando salió de su casa, pero se reprimió y no despertó a los gemelos. Los gemelos aún llevaban la ropa de la boda e iban con un aspecto un poco desastrado por tantas horas de juerga, y aún no se habían afeitado. Se habían dormido después de tres horas de espera, para ellos era el primer sueño desde hacía tres días. Se despertaron con el ruido de la bocina del buque y cuando lo vieron saltaron de la silla, pero en aquel momento Clotilde dijo dejarlo para después aunque sea por respeto al Obispo. Aunque parecía un soplo del Espíritu Santo, pero los gemelos se lo pensaron mejor. Margot, me dijo, que el buque no se paró, pero el Obispo tuvo la decencia de saludar a la gente que estaba en el puerto. Santiago se sintió defraudado porque había contribuido con varias cargas, como leña y gallos. Después del paso del barco, Margot invitó a Santiago a desayunar en su casa y él aceptó gustosamente. Él le dijo que se cambiaba de ropa y le alcanzaba, pero ella insistió en que le acompañara porque el desayuno ya estaba servido. Así que Santiago fue a su casa a cambiarse. Nadie se preguntó si quiera si Santiago estaba prevenido, porque a todos les pareció imposible que no lo estuviera. Margot era una de las pocas personas que todavía ignoraban que lo iban a matar. De haberlo sabido lo hubiera agarrado y no lo hubiera soltado. La madre de Margot tampoco lo sabía, era muy extraño, ya que era una de las que lo sabía todo. Después de un rato Margot se enteró completamente de la noticia y de un modo brutal: Ángela Vicario, había sido devuelta a la casa de sus padres porque el esposo (Bayardo San Román) encontró que no era virgen. Pero la cuestión es que no se le conoció otro novio a Ángela. Margot volvió a casa rápidamente. Aquella noticia dejó perpleja a su madre, la cual salió corriendo a la casa de Santiago y por el camino se encontró con una vecina y le dijo que no se molestara que ya le habían matado. Capítulo 2: El segundo capítulo comienza con la descripción de Bayardo San Román. Bayardo San Román era un hombre que llegó al pueblo en un buque con todas sus cosas. Andaba por los treinta años. Llegó al pueblo con una chaqueta corta y un pantalón muy estrecho y unos guantes a juego. Todo el pueblo cotilleaba sobre él e intentaba saber más de él. Una noche en el cine dio a entender que era ingeniero de trenes y hasta habló de construir uno hasta el interior. Sabía mandar mensaje por código morse y era un buen nadador. Un día vio a Ángela y a su madre por la plaza y desde aquel mismo momento intentó llamar su atención. Una noche compró todos los números de la rifa, en la que ella misma estaba cantando los números y el regalo se lo llevó a su casa. No sabía cómo pero había averiguado que era su cumpleaños. Ángela tuvo que discutir con sus padres porque creían que su hija le había insinuado algo a Bayardo, así que sus hermanos menores, Pedro y Pablo, cogieron el regalo y se lo llevaron a su dueño. Los gemelos no aparecieron en casa hasta el día siguiente llevando el regalo otra vez. Ángela era la menor de una familia de escasos recursos. Su padre Poncio Vicario era orfebre de pobres y su madre había sido profesora de escuela. Las dos hijas mayores se casaron muy tarde. La familia Vicario se tomó muy en serio el compromiso de boda, pero se puso una condición, que Bayardo acreditara su identidad, ya que nadie lo conocía. Al cabo de unos días, llegó la familia de Bayardo al pleno, en el buque de ceremonias del Congreso Nacional. Eran cuatro, el padre, la madre y las dos hermanas. La madre, Alberta Simonds, era una mulata grande de Curazao; el padre, era el general, Petronio San Román, héroe de guerras civiles. Luisa no le parecía bien que se casara, ya que había seducido a la familia con sus encantos, no a Ángela. Ángela no quería casarse con Bayardo ya que sus padres, junto a sus hermanas mayores le impusieron esa obligación. Al día siguiente Bayardo le preguntó a Ángela que casa le gustaba más y le dijo del viejo Xius y por la noche se fue a hablar con él, pero el viejo Xius no se la vendió. Dos años más tarde, el viejo se murió, pero al final, se descubrió que el viejo se la vendió. La familia de Ángela quería retrasar la boda para que el Obispo los casara, pero Ángela no quería ser casada por un hombre que sólo cortaba las crestas de los pollos y lo demás lo tiraba a la basura. El general y su familia y las muchas gentes ilustres que vinieron con ellos, trajeron tantos regalos que fue preciso restaurar un local olvidado de la planta eléctrica para exhibirlos. Al novio le regalaron un coche con su nombre grabado. A la novia le regalaron una cubertería de oro puro para veinticuatro invitados. La familia vivía en una casa modesta con una terraza en la fachada ocupada casi por completo por macetas y un gran patio trasero con gallinas sueltas y árboles frutales y al fondo un criadero de cerdo donde los gemelos ejercían su trabajo. Al final adornaron la casa, la pintaron, los gemelos se llevaron los cerdos y pidieron permiso para tumbar las cercas de las casas contiguas para poder bailar. El único sobresalto imprevisto lo causó el novio en la mañana de la boda pues llegó a buscar a la novia dos horas tarde y ella se negó a vestirse hasta que no viera al novio en la casa, ya que no había percance más vergonzoso para la ceremonia ni la fiesta. Capítulo 3: Al principio del capítulo encontramos una pequeña explicación sobre el abogado y los gemelos. Los gemelos entraron en la casa rural del Padre Amador y pusieron los cuchillos en la mesa. Ambos exhaustos por el trabajo bárbaro de la muerte, tenían la ropa y los brazos empapados y la cara embadurnada de sudor y sangre todavía viva. Fueron a que les perdonara, pero el Padre les dijo que sólo ante Dios no ante los hombres. Los gemelos tuvieron que estar en la cárcel durante tres años en espera del juicio porque no tenían dinero para pagar la fianza para la libertad condicional. Empezaron a buscarlo por casa de María Alejandrina pero allí no estaba. Luego lo fueron a buscar en la casa de Clotilde, por donde sabían que iba a pasar, porque era el único sitio abierto. Se sentaron a esperarlo. Después de que su hermana les revelara el nombre, pasaron por la pocilga y escogieron los dos mejores cuchillos, uno de descuartizar y otro de limpiar. Los envolvieron en unos trapos y se pusieron en camino al mercado de carnes para afilarlos. Llegaron a las 3:20. Faustino Santos los vio entrar. Mientras afilaban los cuchillos, Pablo dijo: “vamos a matar a Santiago”. Faustino se quedó con la duda que si iban borrachos o normal, así que le contó esto a un agente de la policía, que un poco más tarde, pasó por allí a comprar una libra de hígado para el desayuno del alcalde. Los hermanos Vicario entraron a las 4:10 en la tienda de Clotilde, donde pidieron dos botellas de aguardierte, la primera se la bebieron rápidamente, pero la segunda, poco a poco, esperando a Santiago. Los gemelos le preguntaron a Clotilde si había visto luz en la ventana del balcón, que era la de Santiago, y Clotilde respondió que no y porqué lo preguntaban. Los gemelos respondieron que para matarlo. Se quedó perpleja por la respuesta y fue a decírcelo a su marido que estaba durmiendo y dijo que era una tontería y que estarían borrachos. El coronel se vistió con calma y mientras desayunaba un guiso de hígado cubierto de anillos de cebolla, su esposa le contó muy excitada que Bayardo había devuelto a Ángela Vicario y él se burló diciendo qué pasaría si el Obispo lo supiera. De camino a la plaza, se encontró varias personas que le contaron las intenciones de los gemelos Vicario. Los encontró en la tienda de Clotilde, ni los interrogó, les quitó los cuchillos y les dijo que se fueran a su casa a dormir. Clotilde se llevó una gran desilusión, ya que se creía que los iban a arrestar hasta esclarecer la verdad. Los hermanos Vicario le habían contado sus intenciones a más de doce personas. Según la posterior declaración de Pedro, fue él quien tomó la decisión de matar a Santiago. Justamente cuando los gemelos salían de la pocilga, con los nuevos cuchillos, su vecina, Hortensia Baute, abrió la puerta y se puso a llorar creyendo que ya lo habían matado. Siempre que iban al mercado pasaban por casa de la madre de Prudencia Cotes, a tomar café, pero aquella mañana lo dejaron para más tarde; la madre de Prudencia, que traía unos periódicos para achuchar la lumbre sacó unas hojas y se las dio a los gemelos para que escondieran un poco los cuchillos. Clotilde había terminado de vender la leche cuando los hermanos Vicario volvieron con otros dos cuchillos envueltos en periódicos con las hojas oxidadas. Faustino luego declaró que fueron a afilar los cuchillos otra vez y chillando dijeron que lo iban a matar. Los gemelos se pasaron allí bastante tiempo, pero no vieron encenderse la luz de la habitación de Santiago. Antes de irse a dormir Santiago, Jaime y los demás, se subieron a la casa del viudo Xius a cantarle a los recién casados. Como vieron el coche en la puerta no se podían imaginar que allí la vida matrimonial acabó dos horas antes. Bayardo había llevado a Ángela a casa de sus padres a pie para que el ruido del coche no los delatara de tiempo. Después de subir a casa del viejo Xius, se despidió y junto a Cristo Bedoya, se fueron a casa. Al llegar Victoria, la cocinera, le dijo que el café iba a estar, pero Santiago le dijo que se iba a dormir y que a las 5:30 de la mañana lo despertara y le trajera una muda como la ropa que llevaba. Subió a su habitación sin encender la luz, ya que el foco de la escalera permanecía siempre encendido durante toda la noche. Se tiró encima de la cama con la ropa que llevaba puesta, ya que una hora después se tenía que levantar a ver al Obispo. El padre Amador se dirigía hacia el puerto, tenía la intención de avisar a Plácida, pero se le olvidó, porque tenía que preparar el acto para recibir al Obispo y cuando mataron a Santiago, se sintió culpable y desgraciado porque no avisó a su madre antes. Capítulo 4: Este capítulo comienza con la autopsia que le tuvieron que hacer a Santiago. El coronel Aponte había tenido una conversación telegráfica urgente con el gobernador de la provincia y éste le autorizó para que empezara la investigación, mientras le mandaba un juez instructor. El alcalde pensó que el cuerpo se podía mantener refrigerado, pero no encontró una nevera de tamaño humano y cuando la encontró no funcionaba. El cuerpo fue expuesto a la contemplación pública en una sala con bastantes ventiladores. Pero a media tarde las heridas empezaron a manar unas aguas de color de almíbar que atrajeron las moscas. El coronel Aponte comprendió entonces que ya no era posible esperar y le ordenó al Padre que hiciera la autopsia. El padre Carmen Amador tuvo que hacer la autopsia, ya que el doctor Dionisio Iguarán no pudo. La autopsia se llevó a cabo en el local de la escuela pública con la ayuda del boticario que tomó las notas y un estudiante de medicina de primer año que estaba allí de vacaciones. Murió por la culpa de siete heridas mortales. El hígado estaba casi seccionado por dos perforaciones profundas. Tenía cuatro incisiones en el estómago y una de ellas fue tan profunda que lo atravesó por completo y le destruyó el páncreas. Tenía otras seis perforaciones menores y múltiples heridas en el intestino delgado. Una que tenía en el dorso le había perforado el riñón derecho. La cavidad abdominal estaba llena de sangre. Tenía además seis heridas menores en los brazos y en las manos y dos tajos horizontales: uno en el muslo derecho y otro en los músculos del abdomen. Además en el informe escribió que tenía una hipertrofia del hígado que atribuyó a una hepatitis mal curada, es decir que le quedaban muy pocos años. El informe concluía que la causa de la muerte fue una hemorragia masiva causada por cualquiera de las siete heridas mayores. El cuerpo fue devuelto destrozado totalmente. Lo tuvieron que meter en el ataúd y enterrarlo al amanecer porque estaba en muy mal estado. Los hermanos Vicario fueron encerrados en el calabozo donde se les proporcionó jabón y un estropajo para quitarse la sangre y el olor. Le trajeron el almuerzo, pero Pedro no probó bocado. Pablo por su parte, comió un poco de todo lo que le llevaron y un cuarto de hora después desató una diarrea pestilente. Pedro estaba tan convencido que habían envenenado a su hermano que llamó al alcalde. El alcalde llevó a Pura Vicario a las tres de la mañana para que se despidiera de sus hijos. Fue la familia al completo, hasta las hijas mayores con sus maridos. Antes de irse Pura, le pidió al Padre que les confesara, pero Pedro Vicario se negó y convenció a su hermano de que no tenían nada de qué arrepentirse. Los gemelos fueron absueltos y se quedaron en Riohacha, a sólo un día de viaje de Manaure, donde vivía su familia. En Riohacha estaba la cárcel. Allí fue Prudencia Cotes a casarse con Pablo, que aprendió el oficio del oro en el taller de su padre y llegó a ser un orfebre depurado. Pedro Vicario sin amor ni empleo, se reenganchó tres años después a las Fuerzas Armadas, mereció las insignias de sargento primero y una mañana espléndida, su patrulla se internó en territorio de guerrillas y nunca más se supo de él. Para la mayoría de la gente, sólo hubo una víctima, Bayardo San Román. Suponían que los otros protagonistas de la tragedia habían cumplido con dignidad y hasta con cierta grandeza. Durante años se le recordó como “El pobre Bayardo”. El Alcalde se olvidó de Bayardo y cuando se acordó subió con una patrulla y lo encontró inconscientemente en la cama. Estaba en el último grado de intoxicación etílica según informó el doctor, pero a las pocas horas recobró la razón y los echó a todos de su casa. El Alcalde informó del episodio al General Pretonio. El General envió a su mujer con las hijas y otras dos mujeres mayores que parecían ser sus hermanas. El Coronel con ayuda, bajaron a Bayardo al pueblo y se fueron en el buque. Veintitrés años más tarde se recibió una carta de sus padres (de Bayardo) que no sabían dónde estaba y no tenían la menor idea de qué iría a hacer en un pueblo extraviado sin otro propósito aparente que el de casarse con una mujer que no había visto nunca. De Ángela Vicario se supo que se había comprado una casa de cemento con un patio muy grande. Después de 23 años había madurado y se había vuelto ingeniosa. Gabriel García Márquez intentó hablar con la madre de Ángela, pero se negó totalmente ya que no quería hablar del pasado y se tuvo que conformar para escribir esta crónica. La versión más corriente, tal vez por ser la más perversa era que Ángela estaba protegiendo a alguien a quien amaba de verdad. Le contó todo menos lo que pasó con Santiago. Un día Ángela tuvo que acompañar a su madre a un examen de la vista en el hospital de Riohacha y entraron de pasada en el hotel del puerto y Pura pidió un vaso de agua. Mientras se lo tomaba, Ángela hizo un barrido con la vista del salón y allí lo encontró, lo vio pasar a su lado sin verla y lo vio salir del hotel. El corazón se le hizo trizas y cuando llegó a su casa, se tiró en su cama a llorar durante tres días. Se volvió loca, loca por él, aún le quería. Al día siguiente, le escribió una carta, pero esperó en vano. Cansada de esperar le escribió otra carta. Después de seis meses había escrito seis cartas sin respuestas, pero se conformó con la comprobación de que él las estaba recibiendo. Entonces Ángela descubrió que el odio y el amor son cosas recíprocas. Escribió una carta semanal durante media vida. La empleada de correos siempre iba a su casa a bordar los viernes por la tarde y de paso a recoger las cartas. Un medio día de agosto mientras bordaba, Ángela sintió que alguien llegaba a la puerta y no tuvo que mirar porque sabía quién era. Estaba gordo y se le empezaba a caer el pelo, pero era él, Bayardo San Román había vuelto. Dijo: “bueno estoy aquí”. Llevaba la maleta de ropa llena para quedarse y otra igual con casi dos mil cartas que ella le había escrito. Estaban ordenadas por fechas, en paquetes cosidos con cintas de colores y todas sin abrir. Capítulo 5: En el capítulo quinto se revela con detalles de la investigación y la consecución del asesinato. La mayoría de quienes pudieron hacer algo para impedir el crimen y sin embargo, no lo hicieron, se consolaron con el pretexto de que los asuntos de honor son sagrados. Flora, la novia de Santiago, se fugó con un teniente de fronteras que la prostituyó entre los caucheros de Vichada. El juez instructor apareció doce días después del crimen. Tuvo que pedir refuerzos por la muchedumbre que se precipitaba a declarar sin ser llamada. Veinte años después se buscó, pero no se encontró el nombre del juez instructor del caso. Lo bueno de esta historia es que no se encontró ninguna prueba de que Santiago hubiera sido el agresor. Las amigas de Ángela Vicario declararon que les había hecho cómplices de ese secreto desde antes de la boda, pero no les había revelado ningún nombre. El juicio sólo llegó a durar tres días. A todos no le caía bien Santiago, a Polo Carrillo, el dueño de la planta eléctrica, pensaba que su serenidad no era inocencia sino cinismo. La gente se dispersaba hacia la plaza, en el centro había dos personas, Santiago y Cristo Bedoya, pero nadie les avisaron. Yamil Shaium, un árabe, amigo del padre de Santiago le iba a advertir, pero pensaba que si el rumor era infundado, le iba a causar una alarma inútil. Cristo después de medio escuchar a Yamil, salió en busca de Santiago, pero no lo encontró. Fue en busca de él, pasó por su casa y su dormitorio y allí no estaba y aprovechó para coger un arma de la habitación de Santiago, pero se dio cuenta que después del asesinato, que estaba descargada. Siguió su búsqueda, pero los gemelos, le llamaron desde la tienda de leche y le dijeron que le dijera a Santiago, que le estaban esperando para matarle. Por detrás de los gemelos apareció Clotilde y le dijo que se diera prisa porque en este pueblo de maricas sólo un hombre como tú, podía impedir la tragedia. La gente regresaba del puerto y tomaba sus posiciones en la plaza. En la puerta del club social se encontró con el Coronel Aponte y le dijo que los gemelos lo querían matar y tenían cuchillos nuevos. Entonces el Coronel prometió ocuparse del tema pero entró un momento al club a confirmar una partida de dómino de esa misma noche y mientras estaba dentro ocurrió el asesinato. Cristo Bedoya creía que estaba en su casa desayunando con su hermana y se fue a su casa. A medio camino escuchó gritos remotos y le pareció que estaban reventando cohetes por el rumbo de la plaza. Trató de correr pero cuando llegó, le preguntó a su madre y le contestó: “dicen que lo han matado”, pero Santiago se había metido en la casa de su novia, donde su padre le dijo la verdad, que lo buscaban para matarlo, así que se fue la gente, se había colocado en la plaza, como en los días del desfile. Toda la gente le estaba chillando. Así que entró en la casa de su novia nuevamente buscando la escopeta de caza, pero no la encontró. Salió nuevamente a la plaza y se fue corriendo hacia su casa, pero su madre cerró la puerta principal creyendo que su hijo ya estaba dentro. Santiago llegó a golpear varias veces con los puños la puerta, pero los gemelos ya habían llegado, él se giró y se los encontró allí mismo y empezaron a acuchillarle y no pararon hasta verlo caer en el suelo. Después de buscarlo a gritos por los dormitorios, oyendo sin saber de dónde eran los gritos, que no eran los suyos, Plácida se asomó a la ventana y vio a los gemelos que corrían hacia la iglesia y detrás a Yamil con una escopeta de caza. Creyendo que ya había pasado el peligro, salió al balcón del dormitorio y vio a Santiago frente a la puerta bocabajo, tratándose de levantar de su propia sangre. Se incorporó de medio lado y se echó a andar en un estado de alucinación, sosteniendo con las manos las víceras colgantes. Camino más de 100 metros para darle la vuelta a la casa y entrar por la puerta de la cocina. Atravesó el jardín de los vecinos encontrándose con Wenefrida Márquez y ella le preguntó que qué le pasaba y él le respondió que lo habían matado. Tropezó en el último escalón pero se incorporó de inmediato y hasta tuvo el cuidado de sacudir con la mano la tierra que le quedó en las tripas, dijo Wenefrida después. Luego entró en su casa por la puerta trasera, que estaba abierta desde las seis y se derrumbó en la cocina. TEMA CENTRAL: MUERTE INESPERADA PERSONAJES PRINCIPALES: 1- Santiago Nasar: es un hombre de 21 años que abandonó los estudios de secundaria porque su padre falleció y tenía que encargarse de la familia y dirigir el Divino Rostro, una hacienda que su padre le dejó en herencia. Era bastante soñador, alegre, pacífico de corazón, una persona con la que se podía hablar, bello, formal y creyente. Tenía un cierto talento mágico para los disfraces. 2- Bayardo San Román: un hombre que tenía más o menos 30 años. Bien vestido, galán con las mujeres, persona con la que se podía hablar, muy culto. Era ingeniero de trenes. Sabía mandar mensajes por código morse y era un buen nadador. Parecía tener dinero, le gustaba mucho las fiestas ruidosas y largas, de buen beber y enemigo de los juegos de mano. Honrado y de buen corazón. 3- Ángela Vicario: era la hija menor de una familia, no es creyente, muy recatada respecto a los hombres, sabía lo que hacía en cada paso. Maduró después de lo que le pasó y se volvió ingeniosa. Aunque nadie le pudo sacar la verdad de lo que ocurrió aquella noche ni qué fue lo que ocurrió con Santiago. La versión más corriente, era que Ángela estaba protegiendo a alguien a quien amaba de verdad, Muy indecisa a la hora de tomar decisiones por sí misma, ya que sus padres le impusieron su novio. Tenía un aire desamparado. Es la prima del narrador. 4- Pedro y Pablo Vicario: hermanos gemelos de Ángela Vicario. Asesinos de Santiago. Planificaron todo por vengar el honor de su hermana. LA HISTORIA Y SU ORIGEN Para Gabriel García Márquez, su novela que representó un acercamiento entre lo periodístico y lo narrativo, y una aproximación a la novela policíaca. La historia contada se inspira en un suceso real, ocurrido en 1951, del que el autor tomó el suceso central (el crimen), los protagonistas, el escenario y las circunstancias, alterándolo narrativamente, pero sin descuidar nunca los datos y las precisiones obligadas en toda crónica periodística. En un pueblo pequeño, cercano a la costa caribeña y prácticamente aislado, cuya única conexión con el exterior es un río, se casan Bayardo San Román, rico y recién llegado, y Ángela Vicario. Tras celebrar su boda, los recién casados se retiran a su nueva casa, después de lo cual Bayardo describe que su esposa no es virgen. Cuando lo descubre, devuelve a Ángela Vicario a casa de sus padres donde la madre de la chica la apaliza. Ángela culpa de lo sucedido a Santiago Nasar, joven y querido vecino del pueblo. Años después, Ángela Vicario seguirá escribiéndole cada día, rogándole que vuelva, primero formalmente, después con cartas de joven enamorada y, finalmente fingiendo enfermedades. Así pues, Bayardo San Román vuelve claramente desmejorado con toda la correspondencia sin abrir. Los hermanos Vicario –Pedro y Pablo-, obligados por la defensa del honor familiar, anuncian por todo el mundo que matarán a Santiago Nasar, quien curiosamente no se entera, sino minutos antes de morir de las intenciones de los hermanos Vicario. Éstos, después de considerarlo en ocasiones, acaban matándolo en la puerta de su casa, a la vista de la gente que no hizo o no pudo hacer nada para evitarlo. Pasados más de veinte años, un cronista se pregunta por tanto silencio y reconstruye paso a paso los hechos que acabarán en la muerte de Santiago. De este carácter real y verídico viene el nombre de crónica, que no sólo aparece en el título de la novela, sino que la orienta estructuralmente, ya que, desde el comienzo, lo que pretende el narrador es la recopilación de datos y testimonios, que de alguna manera puedan ayudar a entender el por qué del asesinato de Santiago Násar, lo inevitable del mismo, así como los perfiles humanos y psicológicos de todos los personajes que tuvieron, por acción y omisión, algo que ver con el funesto suceso. TIEMPO DE LA HISTORIA Breve; condensado en menos de 24 horas: desde el domingo de la boda hasta el lunes de crimen; son horas muy detalladas a las que se les añadirá el cierre posterior, 23 años después, cuando se produce el reencuentro entre Bayardo y Ángela. La narración del hecho se realiza 27 años después de la muerte de Santiago Nasar, cuando el narrador se reúne con la madre de éste en el 27 aniversario de la muerte de su hijo y se reconstruye toda la historia de la muerte de Santiago Nasar.

Muerte de una muerte anunciada

CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA AUTOR: GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ RESUMEN DEL ARGUMENTO Crónica de una muerte anunciada versa sobre la rara historia de amor que existiera entre Bayardo San Román y Ángela Vicario y el pobre Santiago Násar, cabeza de turco que propuso Ángela ante la inquietante pregunta de sus hermanos, de quién le había pegado. La historia ocurre en un pueblo de Colombia, llamado Manaure. Capítulo 1: El primer capítulo sirve para presentar a Santiago Násar, protagonista de la historia. Aquél día Santiago se levanta sobre las 5:30 de la mañana para esperar el buque que traía de paso al Obispo. Había dormido poco y mal, consecuencia de la borrachera del día anterior. Despertó con dolor de cabeza, tras un rato se puso un pantalón y una camisa de lino blanco, un poco arrugada porque no tenía almidón, porque venía el Obispo, o sino normalmente se pone el vestido de color caqui y las botas de montar, porque acude a El Divino Rostro, la hacienda de ganado que había heredado de su padre y que él administraba. Santiago tenía una gran colección de armas. Él como su padre, dormía con un arma escondida en la funda de la almohada. Aquél día la descargó antes de salir de casa. Normalmente en la casa la tenía descargada para que nadie tuviera la tentación de disparar y ocurriera lo que pasó una vez en su casa cuando él era pequeño; la sirvienta, una mañana, sacudió la almohada para quitar la funda y se disparó al chocar contra el suelo y la bala atravesó el armario del cuarto, atravesó la pared de la sala, pasó con un estridente ruido al comedor de la vecina y fue a chocar contra un santo de tamaño natural que estaba en el altar mayor de la iglesia que estaba en el otro extremo de la plaza, la cual destrozó. Aquella mañana Plácida observó a su hijo desde una hamaca y pensó lo que su hijo había heredado de ella, el instinto y de su difunto padre, el dominio de las armas de fuego, el amor por los caballos y las maestranza de las aves de presas, pero también el valor y la prudencia. Y al final tuvo un amargo recuerdo, su matrimonio era de conveniencia. Santiago se despidió de su madre y salió del cuarto y entró en la cocina donde estaba Victoria Guzmán, la cocinera, haciendo el almuerzo. Santiago se sentó en la mesa y Divina Flor, hija de Victoria, le sirvió un tazón de café con un chorro de alcohol, como todos los lunes, para poder sobrellevar el día. Santiago masticó dos aspirinas y se quedó mirando a Divina y en ese momento, Victoria se giró y le ordenó que la dejara. Victoria fue seducida por Ibrahim Násar durante su adolescencia, de donde salió Divina Flor y no quería que le ocurriera lo mismo a su hija. Victoria aún guardaba rencor a Ibrahim. La casa era un antiguo depósito de dos pisos con paredes de tablones de madera y un techo de dos aguas. La casa había sido construida cuando en el río aún se podía navegar. En la planta baja hay un salón que servía para todo y se construyó un balcón, en la fachada construyó dos ventanas para que entrara luz. En la casa existen dos puertas, la de delante, que siempre se tiene cerrada, salvo en ocasiones festivas, y la de la parte trasera que es la de más uso. Victoria y Divina sabían perfectamente que iban a asesinar a Santiago, pero ellas callaron porque querían que lo mataran. Una vez terminado su tazón de café, se levantó y se dirigió a la puerta principal, la cual le abrió Divina y no cerró el cerrojo, con la esperanza de que se pudiera reguardar de sus asesinos. Alguien que nunca fue identificado, metió por debajo de la puerta un sobre con un papel, dentro del cual le avisaban que le iban a asesinar. El sobre no lo vio nadie. A las seis Santiago salía de su casa camino al puerto. Mientras caminaba por la plaza, veía todos los desperdicios de la juerga y las botellas que se bebieron en la boda. El único lugar abierto en la plaza era una tienda de leche al lado de la iglesia donde estaban los gemelos Pedro y Pablo Vicario, que tenían 24 años y eran difíciles de distinguir. Clotilde sí vio a Santiago cuando salió de su casa, pero se reprimió y no despertó a los gemelos. Los gemelos aún llevaban la ropa de la boda e iban con un aspecto un poco desastrado por tantas horas de juerga, y aún no se habían afeitado. Se habían dormido después de tres horas de espera, para ellos era el primer sueño desde hacía tres días. Se despertaron con el ruido de la bocina del buque y cuando lo vieron saltaron de la silla, pero en aquel momento Clotilde dijo dejarlo para después aunque sea por respeto al Obispo. Aunque parecía un soplo del Espíritu Santo, pero los gemelos se lo pensaron mejor. Margot, me dijo, que el buque no se paró, pero el Obispo tuvo la decencia de saludar a la gente que estaba en el puerto. Santiago se sintió defraudado porque había contribuido con varias cargas, como leña y gallos. Después del paso del barco, Margot invitó a Santiago a desayunar en su casa y él aceptó gustosamente. Él le dijo que se cambiaba de ropa y le alcanzaba, pero ella insistió en que le acompañara porque el desayuno ya estaba servido. Así que Santiago fue a su casa a cambiarse. Nadie se preguntó si quiera si Santiago estaba prevenido, porque a todos les pareció imposible que no lo estuviera. Margot era una de las pocas personas que todavía ignoraban que lo iban a matar. De haberlo sabido lo hubiera agarrado y no lo hubiera soltado. La madre de Margot tampoco lo sabía, era muy extraño, ya que era una de las que lo sabía todo. Después de un rato Margot se enteró completamente de la noticia y de un modo brutal: Ángela Vicario, había sido devuelta a la casa de sus padres porque el esposo (Bayardo San Román) encontró que no era virgen. Pero la cuestión es que no se le conoció otro novio a Ángela. Margot volvió a casa rápidamente. Aquella noticia dejó perpleja a su madre, la cual salió corriendo a la casa de Santiago y por el camino se encontró con una vecina y le dijo que no se molestara que ya le habían matado. Capítulo 2: El segundo capítulo comienza con la descripción de Bayardo San Román. Bayardo San Román era un hombre que llegó al pueblo en un buque con todas sus cosas. Andaba por los treinta años. Llegó al pueblo con una chaqueta corta y un pantalón muy estrecho y unos guantes a juego. Todo el pueblo cotilleaba sobre él e intentaba saber más de él. Una noche en el cine dio a entender que era ingeniero de trenes y hasta habló de construir uno hasta el interior. Sabía mandar mensaje por código morse y era un buen nadador. Un día vio a Ángela y a su madre por la plaza y desde aquel mismo momento intentó llamar su atención. Una noche compró todos los números de la rifa, en la que ella misma estaba cantando los números y el regalo se lo llevó a su casa. No sabía cómo pero había averiguado que era su cumpleaños. Ángela tuvo que discutir con sus padres porque creían que su hija le había insinuado algo a Bayardo, así que sus hermanos menores, Pedro y Pablo, cogieron el regalo y se lo llevaron a su dueño. Los gemelos no aparecieron en casa hasta el día siguiente llevando el regalo otra vez. Ángela era la menor de una familia de escasos recursos. Su padre Poncio Vicario era orfebre de pobres y su madre había sido profesora de escuela. Las dos hijas mayores se casaron muy tarde. La familia Vicario se tomó muy en serio el compromiso de boda, pero se puso una condición, que Bayardo acreditara su identidad, ya que nadie lo conocía. Al cabo de unos días, llegó la familia de Bayardo al pleno, en el buque de ceremonias del Congreso Nacional. Eran cuatro, el padre, la madre y las dos hermanas. La madre, Alberta Simonds, era una mulata grande de Curazao; el padre, era el general, Petronio San Román, héroe de guerras civiles. Luisa no le parecía bien que se casara, ya que había seducido a la familia con sus encantos, no a Ángela. Ángela no quería casarse con Bayardo ya que sus padres, junto a sus hermanas mayores le impusieron esa obligación. Al día siguiente Bayardo le preguntó a Ángela que casa le gustaba más y le dijo del viejo Xius y por la noche se fue a hablar con él, pero el viejo Xius no se la vendió. Dos años más tarde, el viejo se murió, pero al final, se descubrió que el viejo se la vendió. La familia de Ángela quería retrasar la boda para que el Obispo los casara, pero Ángela no quería ser casada por un hombre que sólo cortaba las crestas de los pollos y lo demás lo tiraba a la basura. El general y su familia y las muchas gentes ilustres que vinieron con ellos, trajeron tantos regalos que fue preciso restaurar un local olvidado de la planta eléctrica para exhibirlos. Al novio le regalaron un coche con su nombre grabado. A la novia le regalaron una cubertería de oro puro para veinticuatro invitados. La familia vivía en una casa modesta con una terraza en la fachada ocupada casi por completo por macetas y un gran patio trasero con gallinas sueltas y árboles frutales y al fondo un criadero de cerdo donde los gemelos ejercían su trabajo. Al final adornaron la casa, la pintaron, los gemelos se llevaron los cerdos y pidieron permiso para tumbar las cercas de las casas contiguas para poder bailar. El único sobresalto imprevisto lo causó el novio en la mañana de la boda pues llegó a buscar a la novia dos horas tarde y ella se negó a vestirse hasta que no viera al novio en la casa, ya que no había percance más vergonzoso para la ceremonia ni la fiesta. Capítulo 3: Al principio del capítulo encontramos una pequeña explicación sobre el abogado y los gemelos. Los gemelos entraron en la casa rural del Padre Amador y pusieron los cuchillos en la mesa. Ambos exhaustos por el trabajo bárbaro de la muerte, tenían la ropa y los brazos empapados y la cara embadurnada de sudor y sangre todavía viva. Fueron a que les perdonara, pero el Padre les dijo que sólo ante Dios no ante los hombres. Los gemelos tuvieron que estar en la cárcel durante tres años en espera del juicio porque no tenían dinero para pagar la fianza para la libertad condicional. Empezaron a buscarlo por casa de María Alejandrina pero allí no estaba. Luego lo fueron a buscar en la casa de Clotilde, por donde sabían que iba a pasar, porque era el único sitio abierto. Se sentaron a esperarlo. Después de que su hermana les revelara el nombre, pasaron por la pocilga y escogieron los dos mejores cuchillos, uno de descuartizar y otro de limpiar. Los envolvieron en unos trapos y se pusieron en camino al mercado de carnes para afilarlos. Llegaron a las 3:20. Faustino Santos los vio entrar. Mientras afilaban los cuchillos, Pablo dijo: “vamos a matar a Santiago”. Faustino se quedó con la duda que si iban borrachos o normal, así que le contó esto a un agente de la policía, que un poco más tarde, pasó por allí a comprar una libra de hígado para el desayuno del alcalde. Los hermanos Vicario entraron a las 4:10 en la tienda de Clotilde, donde pidieron dos botellas de aguardierte, la primera se la bebieron rápidamente, pero la segunda, poco a poco, esperando a Santiago. Los gemelos le preguntaron a Clotilde si había visto luz en la ventana del balcón, que era la de Santiago, y Clotilde respondió que no y porqué lo preguntaban. Los gemelos respondieron que para matarlo. Se quedó perpleja por la respuesta y fue a decírcelo a su marido que estaba durmiendo y dijo que era una tontería y que estarían borrachos. El coronel se vistió con calma y mientras desayunaba un guiso de hígado cubierto de anillos de cebolla, su esposa le contó muy excitada que Bayardo había devuelto a Ángela Vicario y él se burló diciendo qué pasaría si el Obispo lo supiera. De camino a la plaza, se encontró varias personas que le contaron las intenciones de los gemelos Vicario. Los encontró en la tienda de Clotilde, ni los interrogó, les quitó los cuchillos y les dijo que se fueran a su casa a dormir. Clotilde se llevó una gran desilusión, ya que se creía que los iban a arrestar hasta esclarecer la verdad. Los hermanos Vicario le habían contado sus intenciones a más de doce personas. Según la posterior declaración de Pedro, fue él quien tomó la decisión de matar a Santiago. Justamente cuando los gemelos salían de la pocilga, con los nuevos cuchillos, su vecina, Hortensia Baute, abrió la puerta y se puso a llorar creyendo que ya lo habían matado. Siempre que iban al mercado pasaban por casa de la madre de Prudencia Cotes, a tomar café, pero aquella mañana lo dejaron para más tarde; la madre de Prudencia, que traía unos periódicos para achuchar la lumbre sacó unas hojas y se las dio a los gemelos para que escondieran un poco los cuchillos. Clotilde había terminado de vender la leche cuando los hermanos Vicario volvieron con otros dos cuchillos envueltos en periódicos con las hojas oxidadas. Faustino luego declaró que fueron a afilar los cuchillos otra vez y chillando dijeron que lo iban a matar. Los gemelos se pasaron allí bastante tiempo, pero no vieron encenderse la luz de la habitación de Santiago. Antes de irse a dormir Santiago, Jaime y los demás, se subieron a la casa del viudo Xius a cantarle a los recién casados. Como vieron el coche en la puerta no se podían imaginar que allí la vida matrimonial acabó dos horas antes. Bayardo había llevado a Ángela a casa de sus padres a pie para que el ruido del coche no los delatara de tiempo. Después de subir a casa del viejo Xius, se despidió y junto a Cristo Bedoya, se fueron a casa. Al llegar Victoria, la cocinera, le dijo que el café iba a estar, pero Santiago le dijo que se iba a dormir y que a las 5:30 de la mañana lo despertara y le trajera una muda como la ropa que llevaba. Subió a su habitación sin encender la luz, ya que el foco de la escalera permanecía siempre encendido durante toda la noche. Se tiró encima de la cama con la ropa que llevaba puesta, ya que una hora después se tenía que levantar a ver al Obispo. El padre Amador se dirigía hacia el puerto, tenía la intención de avisar a Plácida, pero se le olvidó, porque tenía que preparar el acto para recibir al Obispo y cuando mataron a Santiago, se sintió culpable y desgraciado porque no avisó a su madre antes. Capítulo 4: Este capítulo comienza con la autopsia que le tuvieron que hacer a Santiago. El coronel Aponte había tenido una conversación telegráfica urgente con el gobernador de la provincia y éste le autorizó para que empezara la investigación, mientras le mandaba un juez instructor. El alcalde pensó que el cuerpo se podía mantener refrigerado, pero no encontró una nevera de tamaño humano y cuando la encontró no funcionaba. El cuerpo fue expuesto a la contemplación pública en una sala con bastantes ventiladores. Pero a media tarde las heridas empezaron a manar unas aguas de color de almíbar que atrajeron las moscas. El coronel Aponte comprendió entonces que ya no era posible esperar y le ordenó al Padre que hiciera la autopsia. El padre Carmen Amador tuvo que hacer la autopsia, ya que el doctor Dionisio Iguarán no pudo. La autopsia se llevó a cabo en el local de la escuela pública con la ayuda del boticario que tomó las notas y un estudiante de medicina de primer año que estaba allí de vacaciones. Murió por la culpa de siete heridas mortales. El hígado estaba casi seccionado por dos perforaciones profundas. Tenía cuatro incisiones en el estómago y una de ellas fue tan profunda que lo atravesó por completo y le destruyó el páncreas. Tenía otras seis perforaciones menores y múltiples heridas en el intestino delgado. Una que tenía en el dorso le había perforado el riñón derecho. La cavidad abdominal estaba llena de sangre. Tenía además seis heridas menores en los brazos y en las manos y dos tajos horizontales: uno en el muslo derecho y otro en los músculos del abdomen. Además en el informe escribió que tenía una hipertrofia del hígado que atribuyó a una hepatitis mal curada, es decir que le quedaban muy pocos años. El informe concluía que la causa de la muerte fue una hemorragia masiva causada por cualquiera de las siete heridas mayores. El cuerpo fue devuelto destrozado totalmente. Lo tuvieron que meter en el ataúd y enterrarlo al amanecer porque estaba en muy mal estado. Los hermanos Vicario fueron encerrados en el calabozo donde se les proporcionó jabón y un estropajo para quitarse la sangre y el olor. Le trajeron el almuerzo, pero Pedro no probó bocado. Pablo por su parte, comió un poco de todo lo que le llevaron y un cuarto de hora después desató una diarrea pestilente. Pedro estaba tan convencido que habían envenenado a su hermano que llamó al alcalde. El alcalde llevó a Pura Vicario a las tres de la mañana para que se despidiera de sus hijos. Fue la familia al completo, hasta las hijas mayores con sus maridos. Antes de irse Pura, le pidió al Padre que les confesara, pero Pedro Vicario se negó y convenció a su hermano de que no tenían nada de qué arrepentirse. Los gemelos fueron absueltos y se quedaron en Riohacha, a sólo un día de viaje de Manaure, donde vivía su familia. En Riohacha estaba la cárcel. Allí fue Prudencia Cotes a casarse con Pablo, que aprendió el oficio del oro en el taller de su padre y llegó a ser un orfebre depurado. Pedro Vicario sin amor ni empleo, se reenganchó tres años después a las Fuerzas Armadas, mereció las insignias de sargento primero y una mañana espléndida, su patrulla se internó en territorio de guerrillas y nunca más se supo de él. Para la mayoría de la gente, sólo hubo una víctima, Bayardo San Román. Suponían que los otros protagonistas de la tragedia habían cumplido con dignidad y hasta con cierta grandeza. Durante años se le recordó como “El pobre Bayardo”. El Alcalde se olvidó de Bayardo y cuando se acordó subió con una patrulla y lo encontró inconscientemente en la cama. Estaba en el último grado de intoxicación etílica según informó el doctor, pero a las pocas horas recobró la razón y los echó a todos de su casa. El Alcalde informó del episodio al General Pretonio. El General envió a su mujer con las hijas y otras dos mujeres mayores que parecían ser sus hermanas. El Coronel con ayuda, bajaron a Bayardo al pueblo y se fueron en el buque. Veintitrés años más tarde se recibió una carta de sus padres (de Bayardo) que no sabían dónde estaba y no tenían la menor idea de qué iría a hacer en un pueblo extraviado sin otro propósito aparente que el de casarse con una mujer que no había visto nunca. De Ángela Vicario se supo que se había comprado una casa de cemento con un patio muy grande. Después de 23 años había madurado y se había vuelto ingeniosa. Gabriel García Márquez intentó hablar con la madre de Ángela, pero se negó totalmente ya que no quería hablar del pasado y se tuvo que conformar para escribir esta crónica. La versión más corriente, tal vez por ser la más perversa era que Ángela estaba protegiendo a alguien a quien amaba de verdad. Le contó todo menos lo que pasó con Santiago. Un día Ángela tuvo que acompañar a su madre a un examen de la vista en el hospital de Riohacha y entraron de pasada en el hotel del puerto y Pura pidió un vaso de agua. Mientras se lo tomaba, Ángela hizo un barrido con la vista del salón y allí lo encontró, lo vio pasar a su lado sin verla y lo vio salir del hotel. El corazón se le hizo trizas y cuando llegó a su casa, se tiró en su cama a llorar durante tres días. Se volvió loca, loca por él, aún le quería. Al día siguiente, le escribió una carta, pero esperó en vano. Cansada de esperar le escribió otra carta. Después de seis meses había escrito seis cartas sin respuestas, pero se conformó con la comprobación de que él las estaba recibiendo. Entonces Ángela descubrió que el odio y el amor son cosas recíprocas. Escribió una carta semanal durante media vida. La empleada de correos siempre iba a su casa a bordar los viernes por la tarde y de paso a recoger las cartas. Un medio día de agosto mientras bordaba, Ángela sintió que alguien llegaba a la puerta y no tuvo que mirar porque sabía quién era. Estaba gordo y se le empezaba a caer el pelo, pero era él, Bayardo San Román había vuelto. Dijo: “bueno estoy aquí”. Llevaba la maleta de ropa llena para quedarse y otra igual con casi dos mil cartas que ella le había escrito. Estaban ordenadas por fechas, en paquetes cosidos con cintas de colores y todas sin abrir. Capítulo 5: En el capítulo quinto se revela con detalles de la investigación y la consecución del asesinato. La mayoría de quienes pudieron hacer algo para impedir el crimen y sin embargo, no lo hicieron, se consolaron con el pretexto de que los asuntos de honor son sagrados. Flora, la novia de Santiago, se fugó con un teniente de fronteras que la prostituyó entre los caucheros de Vichada. El juez instructor apareció doce días después del crimen. Tuvo que pedir refuerzos por la muchedumbre que se precipitaba a declarar sin ser llamada. Veinte años después se buscó, pero no se encontró el nombre del juez instructor del caso. Lo bueno de esta historia es que no se encontró ninguna prueba de que Santiago hubiera sido el agresor. Las amigas de Ángela Vicario declararon que les había hecho cómplices de ese secreto desde antes de la boda, pero no les había revelado ningún nombre. El juicio sólo llegó a durar tres días. A todos no le caía bien Santiago, a Polo Carrillo, el dueño de la planta eléctrica, pensaba que su serenidad no era inocencia sino cinismo. La gente se dispersaba hacia la plaza, en el centro había dos personas, Santiago y Cristo Bedoya, pero nadie les avisaron. Yamil Shaium, un árabe, amigo del padre de Santiago le iba a advertir, pero pensaba que si el rumor era infundado, le iba a causar una alarma inútil. Cristo después de medio escuchar a Yamil, salió en busca de Santiago, pero no lo encontró. Fue en busca de él, pasó por su casa y su dormitorio y allí no estaba y aprovechó para coger un arma de la habitación de Santiago, pero se dio cuenta que después del asesinato, que estaba descargada. Siguió su búsqueda, pero los gemelos, le llamaron desde la tienda de leche y le dijeron que le dijera a Santiago, que le estaban esperando para matarle. Por detrás de los gemelos apareció Clotilde y le dijo que se diera prisa porque en este pueblo de maricas sólo un hombre como tú, podía impedir la tragedia. La gente regresaba del puerto y tomaba sus posiciones en la plaza. En la puerta del club social se encontró con el Coronel Aponte y le dijo que los gemelos lo querían matar y tenían cuchillos nuevos. Entonces el Coronel prometió ocuparse del tema pero entró un momento al club a confirmar una partida de dómino de esa misma noche y mientras estaba dentro ocurrió el asesinato. Cristo Bedoya creía que estaba en su casa desayunando con su hermana y se fue a su casa. A medio camino escuchó gritos remotos y le pareció que estaban reventando cohetes por el rumbo de la plaza. Trató de correr pero cuando llegó, le preguntó a su madre y le contestó: “dicen que lo han matado”, pero Santiago se había metido en la casa de su novia, donde su padre le dijo la verdad, que lo buscaban para matarlo, así que se fue la gente, se había colocado en la plaza, como en los días del desfile. Toda la gente le estaba chillando. Así que entró en la casa de su novia nuevamente buscando la escopeta de caza, pero no la encontró. Salió nuevamente a la plaza y se fue corriendo hacia su casa, pero su madre cerró la puerta principal creyendo que su hijo ya estaba dentro. Santiago llegó a golpear varias veces con los puños la puerta, pero los gemelos ya habían llegado, él se giró y se los encontró allí mismo y empezaron a acuchillarle y no pararon hasta verlo caer en el suelo. Después de buscarlo a gritos por los dormitorios, oyendo sin saber de dónde eran los gritos, que no eran los suyos, Plácida se asomó a la ventana y vio a los gemelos que corrían hacia la iglesia y detrás a Yamil con una escopeta de caza. Creyendo que ya había pasado el peligro, salió al balcón del dormitorio y vio a Santiago frente a la puerta bocabajo, tratándose de levantar de su propia sangre. Se incorporó de medio lado y se echó a andar en un estado de alucinación, sosteniendo con las manos las víceras colgantes. Camino más de 100 metros para darle la vuelta a la casa y entrar por la puerta de la cocina. Atravesó el jardín de los vecinos encontrándose con Wenefrida Márquez y ella le preguntó que qué le pasaba y él le respondió que lo habían matado. Tropezó en el último escalón pero se incorporó de inmediato y hasta tuvo el cuidado de sacudir con la mano la tierra que le quedó en las tripas, dijo Wenefrida después. Luego entró en su casa por la puerta trasera, que estaba abierta desde las seis y se derrumbó en la cocina. TEMA CENTRAL: MUERTE INESPERADA PERSONAJES PRINCIPALES: 1- Santiago Nasar: es un hombre de 21 años que abandonó los estudios de secundaria porque su padre falleció y tenía que encargarse de la familia y dirigir el Divino Rostro, una hacienda que su padre le dejó en herencia. Era bastante soñador, alegre, pacífico de corazón, una persona con la que se podía hablar, bello, formal y creyente. Tenía un cierto talento mágico para los disfraces. 2- Bayardo San Román: un hombre que tenía más o menos 30 años. Bien vestido, galán con las mujeres, persona con la que se podía hablar, muy culto. Era ingeniero de trenes. Sabía mandar mensajes por código morse y era un buen nadador. Parecía tener dinero, le gustaba mucho las fiestas ruidosas y largas, de buen beber y enemigo de los juegos de mano. Honrado y de buen corazón. 3- Ángela Vicario: era la hija menor de una familia, no es creyente, muy recatada respecto a los hombres, sabía lo que hacía en cada paso. Maduró después de lo que le pasó y se volvió ingeniosa. Aunque nadie le pudo sacar la verdad de lo que ocurrió aquella noche ni qué fue lo que ocurrió con Santiago. La versión más corriente, era que Ángela estaba protegiendo a alguien a quien amaba de verdad, Muy indecisa a la hora de tomar decisiones por sí misma, ya que sus padres le impusieron su novio. Tenía un aire desamparado. Es la prima del narrador. 4- Pedro y Pablo Vicario: hermanos gemelos de Ángela Vicario. Asesinos de Santiago. Planificaron todo por vengar el honor de su hermana. LA HISTORIA Y SU ORIGEN Para Gabriel García Márquez, su novela que representó un acercamiento entre lo periodístico y lo narrativo, y una aproximación a la novela policíaca. La historia contada se inspira en un suceso real, ocurrido en 1951, del que el autor tomó el suceso central (el crimen), los protagonistas, el escenario y las circunstancias, alterándolo narrativamente, pero sin descuidar nunca los datos y las precisiones obligadas en toda crónica periodística. En un pueblo pequeño, cercano a la costa caribeña y prácticamente aislado, cuya única conexión con el exterior es un río, se casan Bayardo San Román, rico y recién llegado, y Ángela Vicario. Tras celebrar su boda, los recién casados se retiran a su nueva casa, después de lo cual Bayardo describe que su esposa no es virgen. Cuando lo descubre, devuelve a Ángela Vicario a casa de sus padres donde la madre de la chica la apaliza. Ángela culpa de lo sucedido a Santiago Nasar, joven y querido vecino del pueblo. Años después, Ángela Vicario seguirá escribiéndole cada día, rogándole que vuelva, primero formalmente, después con cartas de joven enamorada y, finalmente fingiendo enfermedades. Así pues, Bayardo San Román vuelve claramente desmejorado con toda la correspondencia sin abrir. Los hermanos Vicario –Pedro y Pablo-, obligados por la defensa del honor familiar, anuncian por todo el mundo que matarán a Santiago Nasar, quien curiosamente no se entera, sino minutos antes de morir de las intenciones de los hermanos Vicario. Éstos, después de considerarlo en ocasiones, acaban matándolo en la puerta de su casa, a la vista de la gente que no hizo o no pudo hacer nada para evitarlo. Pasados más de veinte años, un cronista se pregunta por tanto silencio y reconstruye paso a paso los hechos que acabarán en la muerte de Santiago. De este carácter real y verídico viene el nombre de crónica, que no sólo aparece en el título de la novela, sino que la orienta estructuralmente, ya que, desde el comienzo, lo que pretende el narrador es la recopilación de datos y testimonios, que de alguna manera puedan ayudar a entender el por qué del asesinato de Santiago Násar, lo inevitable del mismo, así como los perfiles humanos y psicológicos de todos los personajes que tuvieron, por acción y omisión, algo que ver con el funesto suceso. TIEMPO DE LA HISTORIA Breve; condensado en menos de 24 horas: desde el domingo de la boda hasta el lunes de crimen; son horas muy detalladas a las que se les añadirá el cierre posterior, 23 años después, cuando se produce el reencuentro entre Bayardo y Ángela. La narración del hecho se realiza 27 años después de la muerte de Santiago Nasar, cuando el narrador se reúne con la madre de éste en el 27 aniversario de la muerte de su hijo y se reconstruye toda la historia de la muerte de Santiago Nasar.

sábado, 2 de marzo de 2013

¿Que es un blog?

Un blog, (también se conocen como weblog o bitácora), es un sitio web que recopila cronológicamente textos o artículos de uno o varios autores, apareciendo primero el más reciente. Habitualmente, en cada artículo, los lectores pueden escribir sus comentarios y el autor darles respuesta, de forma que es posible establecer un diálogo. El uso o temática de cada blog es particular, los hay de tipo personal, periodístico, empresarial o corporativo, tecnológico, educativo, etc.